El primer instrumento capaz de grabar y reproducir la voz humana fue el fonógrafo a cilindros de Edison. Inventado en 1877, el fonógrafo empleaba cilindros de cera como soporte para grabar el sonido. Durante 1890 se comenzaron a vender fonógrafos a cuerda para su uso doméstico, como "instrumento musical". Su inconveniente principal era la forma de producir los cilindros. Cada cilindro debía ser grabado uno por uno; además los cilindros se iban desgastando con el uso.
E. Berliner patentó, en 1888, su Gram-O-Phone o vitrola que empleaba discos planos (de 78 RPM) como soporte para la grabación del sonido. Estos discos tenían la ventaja de que se podían producir en masa, con uso de matrices obtenidas desde una única grabación maestra en cera. La popularidad del Gram-O-Phone o vitrola comenzó a superar la del fonógrafo. Además, los mejores tenores, sopranos, bandas de bronces y músicos en general de Europa y América comenzaron a impresionar una gran colección de discos para ser escuchados en las vitrolas. Habían vitrolas para todos los gustos. Hasta 1910 solían tener una enorme bocina, poco estética, inapropiada para los salones elegantes.
Hasta la década de 1920 la vitrola a cuerda fue el instrumento más popular para la reproducción de discos musicales. La invención de los discos de vinilo, de 33 y 45 RPM en 1949, remachó la liquidación final de la vitrola.
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